Domingo 24 de octubre de 2021, después de innumerables amaneceres en la persecución de una razón para vivir, luego de incontables dificultades superadas y tras un montón de partidos disputados, por fin se dio. Sucedió en un momento de ensueño, para alguien que siempre ha entregado lo mejor de sí, sabiendo que rendirse jamás fue escenario contemplado en su manera de pensar. Kimberlyn Campos debutó con la Vinotinto Femenina absoluta en un amistoso contra Ecuador, disputado en tierras meridionales, teniendo tiempo para demostrar de qué está hecha. Pamela Conti, seleccionadora nacional, cuenta con el talento de la valenciana.
La historia tiene un comienzo complejo, cuando aquella niña soñadora llegó a la Escuela Secasports con la intención de jugar, hacerse un nombre y abrirse camino en medio de una realidad económica por demás difícil. Procede de los estratos más humildes, pero llenó carencias materiales con amor por la pelota. Esa, fue la solución a los problemas, para ser feliz en aquel lugar que tanto ama: una cancha. La dedicatoria del inmenso logro es para María Misiana Sala, su abuela, quien en la tierra vio cómo su hermosa compañera de caminos brillaba y ahora, desde lo más alto del cielo, bendice el prodigioso talento de alguien que representa a su nación.
“No tengo palabras para describir cómo me siento. Es algo especial, sin igual. Fue un compromiso que asumí conmigo misma, de nunca rendirme, de nunca bajar los brazos, de siempre dar lo mejor y aquí estoy, vistiendo la camisa de mi país. Siempre quise ser parte de la selección absoluta, y Dios me lo permitió”, aseveró.
Campos, apenas horas después de haber vivido un episodio sin igual, tuvo tiempo para acordarse de alguien especial: Reiber José Sanoja, a quien considera un hermano de la vida. Su apoyo ha sido incondicional en todo momento, porque no existen imposibles en el camino de quien jamás desiste. Esa es su premisa de vida.
“¿Qué más le puedo pedir a la vida? ¿Me puede pasar algo más grande que esto? Creo que sí, seguir estando aquí y competir para llegar al Mundial, pero la sensación de ser parte del equipo, de estar al lado de grandes jugadoras y de ser tomada en cuenta, es indescriptible. No quiero dejar de acordarme de gente muy especial para mí: Sebastián Cano, quien es como mi padre, demostrándome un gran cariño con acciones que jamás se me van a olvidar; Gabriel Gallo, quien jamás ha dejado de apoyarme y Gabriel Sabaté, un gran ser humano”, expresó con profunda emoción la oriunda de Las Américas, por Campo Carabobo.
Y si sigue así, dando lo mejor de sí, continuará cumpliendo sueños cada vez que deba ponerse la camiseta que late al ritmo de 30 millones de amores por segundo. Kimberlyn continuará creciendo, porque nada la detendrá hasta que supere las más inmensas barreras, con una actitud de guerrera que jamás deja de creer que se puede.
